martes, 1 de diciembre de 2009

Tercer Encuentro Musical

UNA VELADA LLENA DE ALEGRÍA, CANCIONES, HUMOR Y PÚBLICO

Una iniciativa del Comité Paritario de la Facultad concitó el interés y provocó la algarabía en la comunidad de la Facultad con la producción del Tercer Encuentro Musical, acontecimiento que reunió a cultivadores del canto, de la guitarra y del humor, como también a un público que disfrutó del programa y de comprobar que en la unidad académica hay talentos para las expresiones artísticas y para provocar la hilaridad a partir de las cosas cotidianas de la vida.

Así, la tarde del miércoles 25 de noviembre, alrededor de las 17,00 horas comenzó a llegar un público que estaba ávido por pasar momentos de sana alegría y de escuchar admirar a cantautores y autores ya consagrados de sainetes y bufa.

Ligerito, las aposentarías del auditorio Sergio Mancinelli se hicieron escasas y comenzó a cundir la expectación acerca de lo que vendría. La programación anunciaba “Tango-mimo y canción”, “Juan Pablo Vergara”, “Silvia y Cecilia”, Roberto y Felipe” y el “Trío Saudade Los Musicantes, daba para esperar una buena velada, la que si tuviera una premiación, habría sido galardonada con la “Proteína de Oro”.

Iniciado el Encuentro, salió al estrado el profesor Sylvaín Marcellini, quien demostró sus dotes de cantautor con dos piezas de su peculio que cautivaron al público. No terminaban los aplausos, cuando los presentadores Gerardo Fuentes y Karen Henríquez, ya anunciaban la presentación de un versátil actor, entonces, hizo su entrada un personaje que a pesar del maquillaje no podía ocultar su identidad, era el Dr. Oscar Ponce, apodado el “Cacho Ponce” por sus amigos y enemigos, el mismísimo de cien veladas y tal vez una más. Empezó con un tango al que llamó el “Tango del silencio”, nadie del público escuchó nada, pero sus mohines, miradas y gestos se apoderaron del “respetable” En eso estaba cuando hizo su aparición en el escenario Vivian Valenzuela, cantante lírica, que en dúo se fueron por los senderos del tango y de esos boleros que hacen vibrar el corazón.

Cuando no se acallaban los aplausos entraron en escena Roberto y Felipe que en un dueto de canciones demostraron su valía. La algazara fue creciendo, Roberto Sepúlveda e hijo hicieron vibrar las guitarras entregando canciones que están en el álbum de los éxitos imperecederos.

Y como colofón de este jolgorio, hace su aparición un joven que mientras esperaba a unos amigos que nunca llegaron, porque nunca iban a llegar, se las mandó con un humor y una mímica insuperables. A la emoción recogida en las canciones, se sumó esta vez la risa y la hilaridad a toda prueba. El intérprete fue la revelación que ya conocemos en Juan Pablo Vergara.