Como es ya tradicional, la alegría, la diversión y la holganza es el marco de esta singular reunión, que durante todo un día se vive en un grato compartir juegos, descanso y olvido de las diarias tareas.
Esta vez no fue la excepción. Ya desde muy temprano, se congregó una buena cantidad de funcionarios para tomar la locomoción que los llevaría al centro de recreación ubicado en la “República Independiente” de Hualqui. Mientras algunos ya se ubicaban en sus respectivos asientos, otro cargaban las menestras que se serían parte del condumio que mitigaría el apetito y...la sed.
Mientras Concepción los despedía con un día nublado y feo, la capital hualquina les daba la bienvenida con un cielo totalmente azul y un calor que hubo de ser calmado con un ponderado “desayuno escolar” y un sano y exquisito brebaje que llamaron “elixir romano”
Mitigado el calor y habiendo hecho los honores al brebaje aquel, unos convocados se esparcieron por el lugar para conocer los rincones y vericuetos de aquella hospedería; otros, sacaron pronto tejos y naipes para medirse en singulares justas que dieran como resultado elegir a los mejores de cada juego. Fuentes bien informadas pudieron agregar al final de los hechos que las justas cumplieron su cometido: no hubo ganadores ni perdedores, todo naturalmente en el más grato y pacífico ambiente de no beligerancia.
Ya pasado el mediodía, empezaron los paseantes a congregarse al lado del carbón que con un encendido rojo anunciaba con sus aromas que algo sucedería. Y efectivamente sucedió. Varias mesadas mostraban los manjares para tal ocasión, variedades de carnes y “longas” anunciaban en qué consistiría la merienda. Al lado lucían apetitosas y variadas fuentes de ensaladas donde la “chilena” era, sin duda la reina. Todo adornado por algunos frutos de los viñedos nacionales, que en esta ocasión no fueron despreciados de modo alguno.
Luego, a la “mesa larga” del almuerzo, donde reinó el jolgorio y la camaradería. Y cosa curiosa, No hubo discursos. ¿En qué país estamos?
La tarde ocurrió placida, tranquila y somnolienta hasta que vino el café acompañado de “brazos de reina, kuchenes y otros dulces, que dieron el “anda vete” a tan magnífica y grata despedida a todo un año de trabajo con el anuncio en puerta que llegaban las ansiadas vacaciones.